Se antoja leer Bistek tan sólo por su colorida portada y su retador slogan: Comerlo no es suficiente. Es una revista con una imagen fresca y juvenil, editada precisamente por jóvenes universitarios. Forma parte del colectivo cultural El Bistek, que trabaja en varios proyectos culturales y arísticos de la localidad.
En esta edición número nueve de Enero-Febreo 2012, el tema centra es las tradiciones: abordan temas de género, redes sociales y racismo. Lo llaman el número "sobreviviente" ya que pensaron que no llegarían a esta nueva edición, donde le conceden espacio al cine, la música, artes gráficas y literatura.
"Una nueva masculinidad" de Czarina Lagarda, estudiante de Letras en la UNISON, da una breve información sobre el papel del hombre contemporáneo en la sociedad y busca definir cómo se vive la masculinidad actual.
"Racismo y semántica" de Sabino Luévano, también estudiante de Letras, ofrece una solución al racismo desde una nueva perspectiva: erradicarlo a través de la semántica. Ambos artículos reflejan un punto de vista distinto al habitual en cuanto a temas de género, y, al ser escrito por estudiantes universitarios y dirigido al mismo público, el lenguaje es sencillo.
"Film Socialisme: pluralidad sinfónica" de Alejandro Flores lo encontramos casi al final, es una crítica sobre el documental de Jean-Luc Godard. Tiene una estructura técnica y especializada que contrasta con lo que veníamos leyendo antes. El capitalismo queda destruido y enterrado en este discurso, que, sin duda, fue cabalmente desarrollado.
La reseña musical de Rodrigo Muciño del grupo High Flying Birs de Noel Gallaguer, es un texto con un tono más personal como una conversación entre dos amigos, que te deja con la sensación de escuchar el disco.
La revista podría tener una mejora en su edición al agregarse secciones, ya que así se le daría una mejor coherencia al concepto. Es un buen ejercicio editorial de los jóvenes y es un proyecto que, con más presupuesto y difusión para atraer colaboradores, podría ser un espacio de expresión interesante para el escenario joven artístico de la localidad.
lunes, 23 de abril de 2012
Sputnik, mi amor
Haruki Murakami es un escritor japonés, ganador de varios premios de literatura como el Franz Kafka y el Premio Jerusalem. Autor de una docena de libros que entrelazan ficción y surrealismo, es considerado un digno representante de la literatura posmodernista.
Su novela Sputnik, mi amor, publicada en 1999, pero traducida al español hasta 2001, explora la vida de tres presonajes: Sumire, Miu y "K", ellos encarnan distintas filosofías de vida, pero comparten una vida en soledad y vacío.
Es una versión íntima de los verdaderos pensamientos y sentimientos de sus vivencias y cómo manejan su propia soledad. Cada uno representa una manera singular de manejarse en la coiedad para encajar en ella, aunque no se sienta en realidad parte de ella.
La historia se sitúa en Tokio, pero los escenarios y sucesos son universales, tal vez por la marcada influencia occidental en el imaginario de Murakami, y la trama bien podría suceder en cualquier parte del mundo. La vida de los personajes es entrelazada por Miu, una muchacha excéntica que no encaja en la sociedad japonesa mecanizada que describe el autor.
Es narrada por "K", un maestro de primaria enamorado platónicamente de Miu, su eterna amiga. El tono es melancólico y a la vez, soñador. El ritmo de la novela nunca es apresurado ni angustiante, pero la atmósfera es envolvente e invita a seguir la lectura.
El final abierto deja más dudas de las que desearía, pero concueda con esas preguntas sin respuesta que se hace los personajes acerca de sí mismos, y su paso por esta vida.
Su novela Sputnik, mi amor, publicada en 1999, pero traducida al español hasta 2001, explora la vida de tres presonajes: Sumire, Miu y "K", ellos encarnan distintas filosofías de vida, pero comparten una vida en soledad y vacío.
Es una versión íntima de los verdaderos pensamientos y sentimientos de sus vivencias y cómo manejan su propia soledad. Cada uno representa una manera singular de manejarse en la coiedad para encajar en ella, aunque no se sienta en realidad parte de ella.
La historia se sitúa en Tokio, pero los escenarios y sucesos son universales, tal vez por la marcada influencia occidental en el imaginario de Murakami, y la trama bien podría suceder en cualquier parte del mundo. La vida de los personajes es entrelazada por Miu, una muchacha excéntica que no encaja en la sociedad japonesa mecanizada que describe el autor.
Es narrada por "K", un maestro de primaria enamorado platónicamente de Miu, su eterna amiga. El tono es melancólico y a la vez, soñador. El ritmo de la novela nunca es apresurado ni angustiante, pero la atmósfera es envolvente e invita a seguir la lectura.
El final abierto deja más dudas de las que desearía, pero concueda con esas preguntas sin respuesta que se hace los personajes acerca de sí mismos, y su paso por esta vida.
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